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Desde hace algunos años, la nanotecnología se está perfilando como un área emergente en ciencia y tecnología, que está conduciendo a una nueva revolución industrial. El término fue utilizado por primera vez en 1959 por Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, al hacer referencia a las posibilidades de la nanociencia en su célebre discurso There’s Plenty of Room at the Bottom.

Durante la reunión de la Sociedad Americana de Física de la división de la Costa Oeste, planteó una visión de tecnología totalmente nueva: imaginó enciclopedias escritas en la cabeza de un pin, con “toda la información que el hombre cuidadosamente ha acumulado en todos los libros del mundo, escritos en un cubo de material de unas dos centésimas de una pulgada de ancho”.

Él fue el primero en hablar de la posibilidad de manipular directamente los átomos en el ámbito de la síntesis química, algo que sólo 30 años después se haría realidad, cuando en 1991 Don Eigler y Eric Schweizer en el Almaden Research Center de IBM escribieron el nombre de la empresa usando 35 átomos de xenón manipulados usando un microscopio de efecto túnel.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología a niveles atómicos y moleculares –en la escala de aproximadamente 1-100 nm para obtener una comprensión fundamental de fenómenos- y el descubrimiento de materiales en dicha escala nanométrica para crear y usar estructuras, dispositivos y sistemas que tengan nuevas propiedades y funciones debido a su tamaño, ha permitido el avance de diferentes campos, entre ellos la astronomía y la medicina.

Aunque suene paradójico, los avances de la primera han repercutido en los de la segunda. El desarrollo tecnológico en la National Aeronautics and Space Administration (NASA), por ejemplo, así como los gastos en sus complejas misiones espaciales, a menudo han sido objeto de fuerte crítica popular, por la gran cantidad de dinero que se utiliza en los procesos, los cuales podrían destinarse a fines más importantes en la Tierra, en lugar de viajes al espacio. 

Muchos desconocen cómo, en realidad, numerosas tecnologías y aportes de la NASA han revolucionado la medicina. Algunos adelantos espaciales han contribuido a la reconstrucción celular o la visualización del interior del cuerpo humano a través de imágenes tridimensionales, que han permitido una clínica más asertiva, procedimientos menos invasivos e investigaciones más profundas y detalladas en beneficio del paciente. 

La angioplastia láser; los marcapasos; los dispositivos para el análisis de sangre portátil capaces de leer acidez, alcalinidad, niveles de dióxido de carbono, bicarbonato, sodio, potasio, cloruro y glucosa en sólo dos minutos, con apenas tres gotas; el Scanadu Scout que permite medir los signos vitales de forma fácil y rápida; el estimulador de tejido humano –creado por los mismo científicos que trabajaron en el marcapasos- implantado en las zonas cerebrales más importantes del cuerpo que ayuda a reducir y detener el dolor crónico; las prótesis y piernas robóticas; los audífonos electrónicos implantables; y el desarrollo de micro instrumentos para el desarrollo de cirugías completas como las de ojo deben hoy su uso a los adelantos aeroespaciales. 

Para el doctor Orlando Gatica Rodríguez, oftalmólogo de Intersalud en Rancagua, muchos procesos quirúrgicos se han visto beneficiados por el desarrollo micro instrumental, que ha permitido realizar intervenciones mucho más precisas y menos invasivas. “Y eso –en parte- se lo debemos a la NASA”, dijo.

“Tuve la suerte, hace unos 20 años atrás, de conocer a Steve Trockel, pionero en el desarrollo y aplicación de láser excimer en la cirugía refractiva corneal y el primero en reconocer el significado de tal aplicación. Éramos 12 profesionales que conocimos la técnica. Desde entonces, me di cuenta que era una cirugía que tenía muchísimo futuro, pero que utilizaban instrumentos carísimos. Nosotros fuimos el tercer centro en contar con el tercer láser excimer que hubo en Chile. Desde entonces, me sigo maravillando con la evolución que han tenido toda la infraestructura tecnológica que nos ayuda a mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”. 

“Nosotros en la especialidad utilizamos tecnología diseñada en la NASA. Qué tendrá que ver la NASA con nosotros, se preguntarán muchos. Bueno, nosotros hemos hecho uso de los adelantos desarrollados por ellos. Hemos aprendido todo lo relacionado con los telescopios; incluso la oftalmología ha sacado recursos de las investigaciones sobre los misiles. Por ejemplo, en la cirugía refractiva, el ojo tiene un seguimiento parecido al de los misiles a nivel microscópico; contamos con tecnología para realizar cortes de un par de micrones de la retina, algo impensado antiguamente”.

Si bien todavía hay retos pendientes, el doctor Gatica cree que estos desarrollos podrían ayudar a tratar la presbicia, esa condición en la que el cristalino no cambia de forma tan fácil como antes, haciendo difícil la visión de cerca. “Actualmente, existen muchas cirugías. Pero, al haber muchas, tenemos un indicador que las técnicas aún no son buenas. Así es que podría ser que tengamos novedades en un futuro cercano”.

La nanotecnología molecular y biomédica se están convirtiendo en los campos más estudiados en el mundo entero, porque se trata de una realidad prometedora que abrirá un largo camino en la solución a múltiples problemas de salud. 

Ya se está aplicando en métodos de diagnóstico más sensibles; sistemas de terapia y de administración controlada de fármacos; así como en herramientas que permiten la regeneración de tejidos y órganos dañados. Es un hecho que seguirá avanzando para mejorar la calidad de vida de la, cada día, más envejecida sociedad. 

Es de esperar que, a pesar de los costos asociados, se transforme en el principal aliado para resolver problemas causados por las principales enfermedades: cáncer, desórdenes neurodegenerativos y enfermedades cardiovasculares, patologías prevalentes en el mundo.