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21 Noviembre 2016

Nuevas tecnologías al servicio de la diabetes

Si bien esta condición puede producir graves discapacidades y muerte prematura, hace 30 años se comenzaron a desarrollar herramientas técnicas que han permitido mejorar la calidad y esperanza de vida de estos pacientes.

La diabetes mellitus (DM) es una de las enfermedades crónicas de mayor relevancia y prevalencia en el mundo y una de las patologías no transmisibles más trascendentes, junto a la obesidad. 

Se trata de una dulce y antigua entidad. De hecho, existen registros de ella antes de la era cristiana y la primera referencia escrita se encuentra en el Papiro de Ebers (1500 a.C.), donde se da cuenta de la presencia de enfermos que adelgazan, tienen hambre continuamente, orinan en abundancia y se sienten atormentados por una enorme sed.

Aquel rollo de 20 metros de largo por 25 centímetros de ancho también mostraba que el tratamiento indicado para la poliuria, principal síntoma de la enfermedad, consistía en un preparado en base a grasa de ternera, cerveza, hojas de menta y sangre de hipopótamo combinado con ofrendas y sacrificios a los dioses. 

Diez siglos más tarde, en el libro de Ayur Veda Susruta en India, se encontró otra referencia en la que se describía una extraña enfermedad, propia de las personas pudientes obesas y que comen mucho dulce y arroz, cuya característica más peculiar consistía en tener la orina pegajosa, con sabor a miel y que atraía fuertemente a las hormigas, por lo que la llamaron madhumeha, orina de miel. 

De esta manera Susruta, el padre de la medicina hindú, describió la diabetes mellitus y la bautizó como la “enfermedad de los ricos”, llegando incluso a diferenciar una diabetes que se presentaba en los jóvenes y que conducía a la muerte; y otra que se daba en personas de una cierta edad. También describió que, habitualmente, afectaba a varios miembros dentro de una misma familia.

Pero esta patología no fue reconocida como tal hasta 1679, cuando el médico ingles Tomás Willis, realizó una descripción magistral de ella, quedando registrada así como entidad clínica por su sintomatología. Fue él quien estableció dos tipos de diabetes: una, que aqueja a un mayor número de pacientes, cuya orina es dulce, la mellitus, y otra sin sabor, la diabetes insipidus. Por eso, se le conoció también como enfermedad de Willis.

Actualmente, se sabe que la DM es una condición crónica producida cuando el cuerpo no puede producir suficiente insulina o no puede utilizarla. Esta hormona producida en el páncreas se necesita para transportar la glucosa desde la sangre al interior de las células del cuerpo, donde se utiliza como fuente de energía. 

Con el tiempo, la hiperglucemia producida daña los tejidos del cuerpo y desencadena una serie de complicaciones para la salud que pueden ser incapacitantes y poner en peligro la vida de las personas.

Esta enfermedad presenta tres variantes: diabetes tipo 1 (DM1), tipo 2 (DM2) y diabetes gestacional (DMG), aunque ya se está hablando de otras versiones, como la diabetes monogénica, producto de una mutación genética individual, y la diabetes secundaria, que surge como consecuencia de otras patologías.

La DM en todas sus formas impone costos humanos, sociales y económicos inaceptablemente altos. Desde la publicación del primer Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes (IDF), en el año 2000, sucesivas ediciones han proporcionado pruebas consistentes del continuo crecimiento de las tasas de incidencia y prevalencia de la enfermedad en todo el mundo, aspecto que fue abordado en profundidad en el marco del XXVII Congreso Chileno de Endocrinología y Diabetes celebrado recientemente en la ciudad de Coquimbo.

La DM1 es causada por una reacción autoinmune, en la que el sistema de defensa del cuerpo ataca las células beta del páncreas, lo que provoca que el cuerpo ya no pueda producir la insulina que necesita. Si bien puede afectar a personas de cualquier edad, generalmente se presenta en niños o adultos jóvenes, donde el plan de tratamiento consiste en mantener los niveles de azúcar en sangre dentro de parámetros saludables, para así garantizar que puedan crecer y desarrollarse normalmente. 

“Para lograr este objetivo, los pacientes deben inyectarse insulina o usar una bomba de insulina todos los días; seguir una dieta saludable y balanceada, además de ajustarse a un plan de comidas para diabéticos; chequear sus niveles de azúcar en sangre varias veces por día; y realizar actividad física regularmente”, destaca el doctor Jorge Sapunar Zenteno, past president de la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes (Soched)

Desde hace 30 años existen en el mundo nuevas tecnologías para el cuidado de la DM1 como el infusor continuo de insulina, un pequeño dispositivo del tamaño de un teléfono móvil que administra computacionalmente insulina las 24 horas del día, imitando el funcionamiento del páncreas de una persona sin diabetes. 

“Como Soched nos tocó impulsar la disponibilidad de bombas de insulina como insumo para pacientes con DM1 en la canasta AUGE/GES. En 2012, el Ministerio de Salud (Minsal) convocó a un panel de expertos de la rama de endocrinología infantil para revisar la evidencia que sustentaba el uso de nuevas tecnologías para el cuidado de la DM1 y las recomendaciones las entregamos al año siguiente”, comentó el doctor Sapunar.

Dentro de ellas, en atención al alto costo del recurso terapéutico, el Comité de Tecnologías Aplicadas en la Diabetes del organismo estableció que los casos prioritarios debían enfocarse en mujeres en etapa preconcepcional y durante el embarazo; niños menores de seis años que requieren monitoreo continuo de glucosa; y adultos con hipoglicemias recurrentes nocturnas. 

“Ese arduo trabajo rindió sus frutos, porque el Minsal se propuso financiar bombas de insulina con sensor para monitoreo permanente, por lo que se espera que cerca de 800 pacientes se beneficien con este tratamiento en 2017.

“Para la Soched esto es un gran paso. Faltan afinar algunos detalles, pero nos enorgullece, porque forma parte del permanente compromiso que como sociedad científica tenemos con nuestros pacientes y la salud pública chilena”, enfatizó el doctor Sapunar, que a partir de este mes dejó la presidencia de la Soched en manos de la doctora Carmen Gloria Aylwin Herman, quien dirigirá la entidad por los próximos dos años. 

Si bien, cada año, alrededor de 86 mil niños desarrollan DM1 en el mundo, gracias a este tipo de tecnologías es posible brindar una alternativa que permite mejorar la calidad y esperanza de vida de este tipo de pacientes.

Por Carolina Faraldo Portus

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