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14 Noviembre 2016

La diabetes y su lógico contrasentido

Científicos de la Universidad de Utah realizaron una investigación, publicada en la revista Cell Metabolism, que entregó nuevos datos sobre los mecanismos fisiológicos que desencadenan la enfermedad.

Existe un vínculo innegable, plenamente respaldado por la ciencia, entre la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2 (DM-2). Esta estrecha relación incluso derivó en la aparición, en 2001, de una nueva terminología médica para describir este creciente y cada vez más complejo problema sanitario: la diabesidad.

El desarrollo de la diabetes tipo 2, aquella que se produce por la resistencia a la insulina y la falta relativa de esa hormona, comúnmente se asocia a personas sedentarias y con una dieta inadecuada. De hecho, estas características están dentro de los principales factores de riesgo de la patología, la cual afecta a más de 380 millones de personas a nivel planetario, según sondeos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La cifra, proyectan expertos en esta área, podría duplicarse durante las próximas dos décadas, dato que invita a la reflexión, particularmente este lunes 14 de noviembre, fecha en que se celebra el Día Mundial de la Diabetes.

Sin embargo, a pesar de esta complicidad, existen personas con sobrepeso y obesas que nunca desarrollan la enfermedad, mientras que hay individuos delgados que igualmente sufren de diabetes mellitus tipo 2. ¿Por qué? Es la pregunta que se propuso responder un equipo de científicos de la Universidad de Utah en Salt Lake City (Estados Unidos), basados, por ejemplo, en los antecedentes que registran varios países asiáticos donde, pese a tener una tasa menor de obesidad que EE.UU., existe mayor prevalencia de (DM-2).

En la investigación, publicada en la revista Cell Metabolism (doi: 10.1016/j.cmet.2016.10.002), se concluye que el peso corporal no necesariamente es detonante de la enfermedad, pero sí sería determinante la acumulación de un tipo de metabolitos tóxicos de origen lipídico. Se trata de las ceramidas, las que, según el coautor del trabajo Scott Summers, “influyen en la forma en la que el organismo maneja los nutrientes. Y es que las ceramidas dañan la manera en que el cuerpo responde a la insulina y cómo transforma las calorías. Algunas personas no están hechas para lidiar con la grasa diaria. No se trata sólo de cuánto se coma, porque ciertos individuos pueden comer mucho y almacenar las grasas de una forma efectiva, por lo que se mantienen sanas”.

En caso de sobrealimentación, el cuerpo produce un exceso de ácidos grasos que pueden ser almacenados en forma de triglicéridos o metabolizados para producir energía. Sin embargo, en algunas personas estos ácidos grasos acaban convirtiéndose en otro tipo de lípidos como las ceramidas. Su papel no está del todo claro, pero al menos este nuevo estudio encontró que su acumulación provoca que el tejido adiposo no funcione de manera correcta, lo que finalmente deriva en que las grasas se diseminen por los vasos sanguíneos, dañando el corazón y otros tejidos.

Para llegar a estos resultados, los investigadores saturaron de ceramidas tanto cultivos de adipocitos humanos como modelos animales (ratones), los que finalmente terminaron convirtiéndose en insulino resistentes, mermando además su capacidad de quemar calorías. Tras las pruebas, los ratones tuvieron una susceptibilidad mucho mayor de desarrollar diabetes y esteatosis hepática no alcohólica o hígado graso.

Del mismo modo, se demostró que los animales con niveles más bajos de ceramidas en sus tejidos adiposos tenían una mayor protección frente a la insulinorresitencia, el primer signo de la diabetes. En definitiva, los hallazgos sugieren que los niveles elevados de ceramidas incrementarían el riesgo de diabetes en humanos, mientras que los niveles bajos podrían proteger frente al desarrollo de la enfermedad.

“Algunos individuos son más propensos que otros a convertir las calorías en ceramidas. Los resultados nos llevan a pensar que personas delgadas podrían desarrollar diabetes o hígado graso en caso de que ocurra algo que, genéticamente, provoque la acumulación de ceramidas”, sostuvo Bhagirath Chaurasia, director de la investigación.

“Dado que su acumulación aumenta la predisposición de una persona, ya sea delgada u obesa, a desarrollar diabetes tipo 2, las ceramidas pueden ser una diana terapéutica para evitar la enfermedad. Y es que al bloquear la producción de ceramidas podríamos ser capaces de prevenir el desarrollo de la diabetes tipo 2 o de otras patologías metabólicas. O al menos así sería en algunas personas”, finalizó.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

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