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28 Marzo 2016

Daño cerebral y deporte de alto impacto

La encefalopatía traumática crónica es un trastorno cerebral asociado a repetidos golpes en la cabeza. Signos potenciales de ella son problemas con el pensamiento y la memoria, cambios de personalidad y de comportamiento, como agresividad y depresión. 

Deportes que involucran una pelota y algún tipo de portería han existido desde hace más de 2000 años. Está comprobado que la antiguas civilizaciones habrían practicado juegos con características similares a lo que actualmente conocemos como fútbol. 

En el antiguo Egipto, por ejemplo, alrededor del siglo III a.C., se practicaba una disciplina con una pelota, parecido al hándbol, como parte del rito de la fertilidad, en el que el balón simbolizaba al sol y el campo de juego a los sembrados, por donde había que hacer cruzar al sol para garantizar una buena cosecha. 

El balón fue adoptado también en los pasatiempos populares de India y Persia. Los griegos y romanos habrían conocido este deporte, al igual que las civilizaciones de la América Precolombina, donde los olmecas crearon el tlachtli, que fue practicado por aztecas y mayas.

A juicio de los historiadores, los romanos habrían sido quienes llevaron hasta Britania su juego de pelota que, durante la Edad Media, sufrió una serie de problemas: por su carácter violento fue prohibido, pero más tarde pasó a ser adaptado y utilizado como deporte nacional en las islas británicas, que gracias a sus colonias expandieron este deporte en todo el mundo.

El fútbol americano, uno de los deportes más populares de Estados Unidos, surgió de una aplicación mixta del juego del rugby y el fútbol inglés. Si bien, este deporte resulta más parecido al rugby, incorpora ciertos términos y reglas copiadas total o parcialmente de la disputa de partidos de fútbol europeo. 

Se juega en un campo que mide 57 yardas de ancho y 120 de largo, de las cuales 20 están destinadas a las zonas de marca que están delimitadas por la línea final. Cada equipo tiene en el campo a 11 jugadores, los que tienen que defender y atacar para cruzar con el balón la línea de gol contraria para anotar un touchdown.

El 25 de diciembre de 2015, se estrenó en Estados Unidos la película Concussion, un film que difunde el peligro que representa el futbol americano para la salud de quienes lo practican, narrando la historia de un patólogo forense nigeriano que luchó contra los esfuerzos de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) para suprimir su investigación sobre encefalopatía traumática crónica (ETC), la lesión que sufren los jugadores de fútbol profesionales. 

La ETC fue descubierta por el doctor Bennet Omalu. Este patólogo nigeriano recibió en su mesa de autopsias del condado de Allegheny, en Pennsylvania, a Mike Webster, parte de la legendaria ofensiva de los Pittsburgh Steelers de los años 80, un ícono y héroe de esa ciudad que en 2002 –a los 50 años y sólo 11 años después de su retiro- fue encontrado muerto por un disparo en su camioneta. En sus últimos años, había demostrado pérdida de memoria y demencia severa.

Webster comenzó a jugar fútbol americano en la escuela secundaria, donde ya destacaba. En la universidad lo hizo por tres años, donde se transformó en un puntal valioso de su equipo. A los 22 años fue reclutado por la NFL, donde jugó en 245 juegos durante 17 temporadas. 

Después de su retiro, su historial médico se abultó: presentaba fibrilación auricular, enfermedad aterosclerótica coronaria, déficit en la memoria y el juicio, junto con síntomas parkinsonianos. 

Al investigar el cadáver, el doctor Omalu se encontró con un hombre que lucía mucho más viejo de lo que correspondía a su edad. El patólogo pensó que encontraría señales de Alzheimer en el cerebro del ex atleta. Sin embargo, por fuera, todo se veía totalmente normal. 

La familia del jugador, reveló que –en el último tiempo de vida- Webster había presentado señales de trastorno distímico. Al doctor Omalu le pareció muy extraño que un hombre sano haya enloquecido tan joven sin ninguna anormalidad visible en el cerebro: decidió examinarlo en profundidad. 

Al cortar el cerebro descubrió que es lo que había matado al legendario jugador no había sido un Alzheimer precoz, sino que de algo muy distinto: una encefalopatía traumática crónica. Los resultaron abrieron una puerta que, hasta hoy, no se ha podido cerrar.

“En los jugadores de fútbol americano, la cabeza es un arma en cada práctica y en cada juego. Desde que se inicia hasta que se convierte en un jugador profesional. Los golpes fueron los que produjeron una cascada de sucesos neurológicos que desataron proteínas asesinas. Estas marañas invadieron y estrangularon el cerebro, desde adentro hacia afuera. Eso endureció, asfixió y dejó al cerebro irreconocible. Lo que mató a Mike Webster fue este deporte”, sentenció el doctor Omalu.

Las conclusiones de este trabajo forense fueron publicadas en 2005 por el patólogo con el patrocinio de dos destacados especialistas estadounidenses: Steven T. DeKoskym del Departamento de Genética y Neurología de la Universidad de Pittsburgh y Cyril H. Wecht, del Departamento de Patología y Epidemiología de la misma casa de estudios. (Neurosurgery. 2005 Jul;57(1):128-34; discussion 128-34)

Desde la muerte de Webster, varios ex jugadores más han engrosado la lista de muertos por ETC. Para el doctor Omalu, lo que había descubierto podía salvar vidas o, al menos, mejorarlas. Al principio fue repudiado por la NFL y miembros de la comunidad científica estadounidense, pero poco a poco fue encontrando apoyos. 

En 2008, la Universidad de Boston creó el primer banco de cerebros dedicado a buscar ETC en veteranos de la liga. De los 91 cerebros de ex profesionales estudiados, 87 sufrían encefalopatía traumática crónica.

A partir de las investigaciones que reflejaron la preocupante tasa de ex jugadores de la NFL que sufrían Alzheimer, demencia y todo tipo de enfermedades relativas a la memoria: hasta 19 veces por encima del resto de la población adulta se llevó el caso al Congreso norteamericano, donde se develó que la NFL había ocultado información sobre los graves riesgos de este deporte para la salud. 

Actualmente, las normas que limitan el impacto de las conmociones cerebrales entre los jugadores se endurecieron. La esperanza de vida media de un hombre en Estados Unidos es de 76 años y la de los jugadores de la NFL 57. Esto evidencia que deportistas, entrenadores y médicos deben estar educados sobre los efectos permanentes que tienen los golpes en la cabeza y las consecuencias negativas a largo plazo.

Por Carolina Faraldo Portus

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