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La enfermedad de Ménière es una patología considerada como rara y que se origina por la alteración y acumulación del líquido endolinfático en el oído interno. En cantidad normal, dicho líquido, junto con la perilinfa que rodea el laberinto, asegura la funcionalidad correcta del oído interno: audición y percepción del movimiento. Por el contrario, su exceso genera sordera, acúfenos y vértigo, que constituyen básicamente la sintomatología habitual.

Afecta aproximadamente a dos de cada mil personas, especialmente en el tramo de edad de 40 a 60 años, y sus causas son, por ahora, desconocidas, aunque expertos intuyen alteraciones a nivel molecular y se contempla la autoinmunidad como otra línea de investigación.

Este ha sido un campo de gran desarrollo en la Clínica Universidad de Navarra, en España, donde el profesor Carlos Gajardo, académico de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Austral de Chile sede Puerto Montt, cursa un doctorado que le ha permitido ser parte del equipo multidisciplinario que trabaja en la búsqueda de mejorar el diagnóstico y diseñar un tratamiento para la enfermedad. De hecho, en el recinto asistencial se implementó una nueva técnica de imagen para diagnosticar con máxima precisión la enfermedad de Ménière.

Sus estudios en medicina aplicada y biomedicina le han permitido al docente chileno involucrarse con el grupo de especialistas de la Unidad Vestibular de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) que ha comenzado a realizar un procedimiento mediante resonancia magnética con contraste intravenoso que, a las cuatro horas de su administración, permite visualizar el líquido alterado en el oído interno para diagnosticar.

“Me integré a este equipo como asistente de investigación doctoral en el mes de septiembre pasado. Colaboro con la clínica como asistente de investigación y curso mi tesis doctoral en el Departamento de Otorrinolaringología de la CUN, bajo la dirección del doctor Nicolás Pérez Fernández, profesor patrocinante de tesis y quien dirige los estudios relacionados con el vértigo”, comentó.

Su rol es realizar el estudio instrumental completo de los pacientes con enfermedad de Ménière, principalmente con potenciales evocados vestibulares miogénicos y el estudio de las pruebas de impulso cefálico video asistido, con el objetivo de contrastarlos con los resultados obtenidos del diagnóstico por imágenes y así obtener un panorama mucho más amplio de la patología.

“Esta enfermedad siempre había sido diagnosticada post mortem realizando el estudio del hueso temporal. Por primera vez no es necesario esperar a que el paciente muera para hacer el diagnóstico, lo podemos hacer en vida, lo que significa un tremendo avance para la medicina”, agregó el fonoaudiólogo.

La realización de una resonancia magnética especial con contraste intravenoso (gadolinio) permite diagnosticar con la máxima precisión la enfermedad de Ménière. Para aquello se requiere una estrecha colaboración multidisciplinar de los otorrinolaringólogos con los radiólogos y de la enfermería especializada, además de precisar una eficaz gestión de los dispositivos tecnológicos.